Hace unos años, época en la que la vida de estudiante me permitía trasnochar con ligera preocupación y desmesura, tenía por costumbre seguir un programa de divulgación científica llamado Redes, que presentaba uno de mis 'personajes' favoritos, Eduard Punset. Punset se asombraba entonces de cuan rápido evolucionaba la vida cambiando, modificando y desarrollando nuevos conceptos, poniendo como ejemplo el nombre de su propio programa. Diez años atrás, cualquiera podría haber confundido Redes con un programa dedicado al mar o a la pesca, y sin embargo, pensar en algo relacionado con las nuevas tecnologías se había convertido en lo más natural.
Supongo, que a la velocidad de vértigo con la que evoluciona nuestra sociedad y nuestro mundo, deben haber muchos más casos similares que podrían servir de ejemplo. El mío, sin ir más lejos, me sucedió ayer mismo en el lugar donde menos me hubiera imaginado: una mercería. Clienta entra para comprar medias y pregunta, -¿Las tiene de las que no aprietan?-, a lo que el vendedor responde conjugando a la par su naturalidad con mi sorpresa:
-No se preocupe, señora, son todas de banda ancha.¿Banda ancha? Llámenme geek, ignorante o desinformado, pero un calcetín es la última cosa para la que hubiera imaginado ese concepto.